Voces por el cambio

La pobreza y la exclusión digital estropean la preparación universitaria en el sertão nordeste

 

Artículo traducido por Fernanda Cruz y editado por Carmen Barrantes de Terre des Hommes Suisse para Voces por el Cambio.

Las desigualdades creados a partir del COVID son un elemento esencia de reflexión en el  marco del Día Internacional de la Educación, que se celebra el 24 de enero. El artículo del periodista Carlos Madero, publicado por el Portal UOL, “Pobreza y exclusión digital arruinan la preparación de ENEM el sertão nordestino”, expone esta triste realidad. EL ENEM (‘Exame Nacional do Ensino Médio’)  es el paso previo para ingresar a la universidad en Brasil.

 

Camila Santos, una estudiante de la escuela Familia Agrícola de Monte Santo, es una de las jóvenes del Consejo de Jóvenes de Terre des Hommes Suisse que compartió su historia. Cuenta que, como muchos jóvenes del mundo tuvo que elegir el trabajo en lugar de los estudios, lo que podría comprometer sus planes para continuar con su educación superior.

Recuperar y revitalizar la educación ante la situación instalada por la pandemia es el gran reto que propone la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, este año y al que esta comprometido Terre des Hommes Suisse en los países es que brinda cooperación técnica y financiera. Para que el derecho a la educación sea efectivo, es necesario que los gobiernos, las organizaciones, pero sobre todo la sociedad sea consciente de sus derechos. ¡Que construyamos colectivamente una educación de calidad para todos! #DerechoALaEducación

La pobreza y la exclusión digital estropean la preparación universitaria en el sertão nordeste.

Carlos Madero, Portal UOL, Brasil

 

Ver al hijo de uno ir a la universidad es un sueño, al menos nueve de cada diez padres sertanejos. Este año, además de las históricas dificultades educativas en la región semiárida, la pandemia ha suspendido las clases y ha creado obstáculos adicionales.

En las zonas rurales, lejos de las buenas señales de Internet -y a menudo sin el apoyo del gobierno-, los jóvenes informaron a la UOL de los problemas que enfrentaba la ENEM (examen para ingreso a la universidad), en el año en que las desigualdades entre los estudiantes ricos y los pobres se hicieron aún más latentes.

 

Estudiar en casa “no es lo mismo que estudiar en aula”


João Pedro Rufino, 19 años, vive en Socorro, municipio de Massapê (CE). Las clases en la escuela Willebaldo Aguiar, donde está en su tercer año de secundaria, han sido suspendidas desde marzo.

“La Internet aquí en el campo es totalmente diferente a la ciudad”, dice el joven, que tiene la intención de utilizar los resultados del exámen ENEM para entrar en la facultad de pedagogía. “Pero mi sueño, desde que era un niño, es ser un policía.”


Pero João Pedro tiene los folletos de la preparatoria universitaria ENEM  del año 2014 y sabía que el material producido hace más de seis años no sería suficiente para prepararse. Sin internet en casa, no podía descargar material de estudio actualizado.

El lugar donde vive está lejos de la ciudad. En su casita, dice que no tiene un lugar tranquilo para estudiar. “No es lo mismo que estudiar en un aula. Hay mucho ruido, la gente te llama la atención y pierdes la concentración”, dice.

“Tenía que elegir: trabajar o estudiar”

Camila da Silva Santos, de 20 años, es estudiante de la EFA (Escuela Familiar Agrícola del Sertão) en Monte Santo (BA) y está en el cuarto y último año del curso técnico de agricultura. Debido a la pandemia, no pudo graduarse a finales de 2020, como esperaba. La preparación de Camila tenía otro desafío: ayudar a la familia a mantenerse. “Con la pandemia, empecé a trabajar porque mi madre montó una tienda en la feria y no pudo trabajar durante siete meses. Tuve que elegir: o estudiar o trabajar. Y, por supuesto, elegí trabajar, poner comida en la casa y suplir mis necesidades personales”, dice. 


Postulará a la universidad dando el exámen Enem para intentar conseguir una vacante en la facultad de odontología o de servicios sociales. Los padres de Camila recibieron ayuda humanitaria de emergencia, pero no fue suficiente para mantener la casa donde viven seis personas. “Y mi madre todavía mantiene a mi hermano y a mi cuñada. La demanda es grande. Mi padre tampoco tiene un trabajo fijo”, explica. La joven se fue a trabajar en un puesto de verduras familiar en la ciudad. “Pasé siete meses trabajando con ellos hasta que mi madre volvió a trabajar”, dice. Debido al tiempo que tenía para trabajar, dice que no pudo terminar su TCC (trabajo de graduación), ni tomó clases por la internet.

En la tienda, trabajaba de 6 a.m. a 5 p.m. “Cuando llegaba a casa, todavía tenía otras tareas. Cuando iba buscar el material para estudiar, ya estaba cansada física y psicológicamente. El nivel de concentración es mínimo”, dice. Incluso con tantas dificultades, Camila se siente privilegiada. “Cuántos jóvenes no pudieron estudiar porque no tenían un celular, porque no tenían un cuaderno. Sigo siendo privilegiada porque tengo internet en mi casa, tengo una computadora portátil y tengo un teléfono celular. Mi reto era elegir el trabajo o los estudios.

 

 

La universidad la ayudó en el acceso a la computadora

Felícia Panta, de 21 años, se graduó en la escuela secundaria en 2016 y es licenciada en ciencias biológicas por la UFRPE (Universidad Federal Rural de Pernambuco).

Sin embargo, la joven planea cambiar de rumbo -si estudia medicina- deberá tomar un nuevo examen. En la UFRPE, se contempló que los estudiantes de bajos ingresos seleccionados tuvieran acceso a computadoras e Internet para la enseñanza a distancia. “Fui una de las estudiantes elegidas y recibí la cantidad de dinero suficiente que me permitió comprar un “notebook”  y el chip de acceso a los datos. Así que pude poner Internet en mi casa y seguir las clases en línea del curso y también seguir algunos clases en YouTube”, dice. La estudiante ve la preparación ENEM con mucha desigualdad.

Desafíos para los profesores Vídeos a través de WhatsApp:

 

El desafío sigue siendo para los profesores de estas zonas pobres. Muchas escuelas han adoptado la enseñanza por entregas, con entrega de materiales de clase a los estudiantes sin acceso a Internet.

 

En la región semiárida de Paraíba, el profesor Antonio Valmir Paulino enseña física en la Unidad Estatal Monseñor José Borges Lagoa en Lagoa de Roça (PB). Allí, dice, la mayoría de los estudiantes son de zonas rurales. “Aquí tratamos de prepararlos para enfrentar a ENEM, porque es una prueba que tiene sus especificidades. Yo, en mi disciplina, hacía videos y los enviaba en WhatsApp. También di consejos sobre cómo era el estilo de prueba ENEM porque cada pregunta tiene un nivel de complejidad. Hicimos lo que pudimos ante la situación”, dice. 

 

Sin embargo, escuchó muchos informes sobre las dificultades de los estudiantes para asistir a clases o descargar material. “El acceso a Internet era difícil. Los estudiantes a menudo utilizaban datos móviles, que no tienen la capacidad de un Wi-Fi. También había un montón de “bug” o fallos en la programación del Internet. La tecnología ayuda, pero es un poco ineficiente en lugares como el nuestro”.

 

Terre des Hommes en Brasil está presente en el semiárido de Bahía, y cuenta con 4 organizaciones socias, llegando a 7.718 niñas, niños, adolescentes y jóvenes directamente. Artícula su trabajo con la Embajada Suiza, integra la Alianza Joining Forces por los derechos de la niñez y con la plataforma de ONGs suizas activas en Brasil, además mantiene alianzas con la Universidad Católica del Salvador, la Universidad Federal de Reconcavo Baiano, el Ministerio Público del Estado de Bahía y la Articulación y Diálogo de Organizaciones de la Sociedad Civil (PAD). A través de sus copartes, fortalece e interactúa con la Articulación Nacional de Agroecología, Articulación del Semiárido Brasileño, Red Educativa del Semiárido Brasileño y con la Red de Escuelas Familia Agrícola de Bahía - Refaisa.

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